Psicoterapia Evolutiva
Psicoterapia Evolutiva
La psicoterapia evolutiva pretende ser un modelo contemporáneo e integrativo de intervención psicoterapéutica. Más que ser una técnica, es un conjunto de técnicas de distintos modelos, ahora utilizadas desde una misma cosmovisión o marco teórico que integra la psicoterapia, la neurociencia, la epigenética, la biología, la ciencia cuántica y el constructivismo.
Es un modelo que se sustenta en el desarrollo evolutivo de las especies y las distintas etapas de la misma; a partir de las investigaciones del Dr. Hamer intuimos según la corporalidad, los síntomas (reflejo de órganos y tejidos de distintas capas embrionarias) y las formas de estar percibiendo y respondiendo el mundo, donde es que arquetípica o simbólicamente la persona está estancada en el proceso evolutivo, o mejor dicho, cuáles son los recursos evolutivos que la persona no está conectando para vida de continuar con su proceso natural de evolución.
En este sentido, no buscamos resolver problemas concretos, sino que trabajamos en un meta nivel de percepción y respuesta del consultante, es decir, como está percibiendo el mundo y desde donde, para a partir de ahí, ayudarle a conectar con cambios profundos en su forma de estar y vincularse con el mundo y pueda así llevar el aprendizaje a las distintas áreas de su vida.
Esta psicoterapia está enfocada en llevar al consultante a un darse cuenta de la creencia fundamental en la que se sustenta la modalidad de percepción y las estrategias de respuesta actuales, para después, a través del cuerpo y la experiencia interna reconectar con los recursos necesarios para finalmente llevarlos a la vida diaria en acciones concretas que promuevan la evolución.
Este modelo de psicoterapia invita a trabajar en profundidad sobre la triada que representa la experiencia humana: la mente, el cuerpo y el vínculo:
- La mente implica todos los procesos mentales y derivados, llámese percepción, emoción, pensamientos, creencias, polaridades, personalidad, etc.
- El cuerpo implica el trauma, el movimiento interrumpido, la tensión, la carga neuromuscular; cuando miramos el cuerpo y su expresión durante el proceso, podemos darnos cuenta que el cuerpo y cada una de sus partes son un fractal de la mente y son un fractal de los vínculos, en el cuerpo se muestra todo lo que la persona es, el cuerpo y sus partes responden como responde la persona en la vida.
- El vínculo implica las relaciones, con todo y con todos, con lo vivo y con lo no vivo, implica la forma en que nos relacionamos con el mundo, dicha forma es inevitablemente un reflejo de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y en cierto sentido es un reflejo de nuestra mente.
Dicho esto, sostengo que el cuerpo funciona como un mediador, es a través de quien podemos llevar la mente a nuestras relaciones y nuestras relaciones a la mente, a partir de la conducta y la sensación respectivamente. El cuerpo resulta ser un reflejo de nuestra mente y relaciones
En este modelo se define la enfermedad como una serie de bloqueos que impiden el libre flujo de sensaciones a través del cuerpo, este flujo implica la contracción y expansión interna, un flujo de energía vital; el trauma con sus efectos en el sistema nervioso bloquea este flujo impidiendo la experiencia de la felicidad y la manifestación de la salud.
Se entiende que nuestra forma de interpretar y responder al mundo es en realidad un gran número de vías neuronales trabajando al unísono, estas vías que generan y retroalimentan nuestros sistemas perceptivo reactivos, implican, según la percepción y emoción correspondiente, la generación de ciertos neurotransmisores y hormonas que después experimentaremos como emociones, es justo esta bioquímica generada en respuesta a la percepción de la experiencia la que estimula la expresión genética determinada y es como desde la psiconeuroinmunoendocrinología podríamos entender que se genera la enfermedad.
Hoy sabemos gracias a los estudios realizados en el área de la neurociencia, que se puede promover la capacidad neuroplástica del cerebro generando así una ventana de cambio no sólo en la conducta, sino en la forma de percibir el mundo y en consecuencia, en la bioquímica interna que finalmente cambie la expresión genética.
Lo que conocemos como herencia genética no es más que la herencia de la sabiduría familiar y colectiva sobre las adaptaciones de mayor necesidad según el entorno y relaciones que nuestros antecesores han vivido, dicha transmisión de información predispone al ser humano a ser más sensible a determinados estímulos, más sensible a ciertas temáticas de percepción, y en consecuencia a ciertos padecimientos.